En un país democrático todos tienen el derecho de decir lo que piensan ya que existe libre expresión, pero en nuestro país no podemos ejercerlo de forma plena porque hay medios de comunicación que se niegan a darle lugar a otras voces, pretendiendo ser ellos los únicos que pueden opinar e informar, creyéndose superiores a cualquier ley sancionada democráticamente.
Los medios que se oponen a la multiplicidad de voces no lo hacen de caprichosos, sino porque los afecta económicamente y se les dificulta continuar con su ideal primordial de poder, la formación de opinión y la marca de agenda, objetivos que nacieron con el predominio mundial del Capitalismo. Cabe destacar que inicialmente los medios eran familiares, es decir no eran emporios como lo son ahora. De hecho, todo lo contrario, una persona era el dueño de un solo medio y nada más, algo que hoy difícilmente se ve.
Ya no son medios, sino multimedios que generan un discurso circular porque un mismo grupo de medios escribe el diario, lo repite en su radio y lo reproduce también en el canal de su propiedad, lo cual significa que hablan siempre los mismos y la libertad de expresión que tanto anhelamos no es como creemos. Aparentan ser los salvadores de la gente contando la realidad, que en realidad es “su realidad” pero no es ese su motivo ya que solo les importa inflar sus bolsillos y pretenden a toda costa ser los únicos en poder comunicar.
Este es el caso del Grupo Clarín, que desde hace cuatro años, gracias a una medida cautelar, impide que la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual N°26.522 aplique, sobre Clarín, los artículos 45 y 161 lo cual permitiría democratizar la palabra, dando lugar a la pluralidad de voces y diversidad de opinión a lo largo y ancho de nuestro país.
¿De qué se tratan los artículos que solo el grupo monopólico se niega a cumplir? En primer lugar, el artículo 45 hace referencia a la cantidad de licencias permitidas que puede tener una persona de existencia visible o ideal. El límite, en lo referido a lo nacional, se restringe a una licencia para el soporte satelital, prohibiendo la posibilidad de ser dueño de cualquier otro tipo de licencias de servicios de comunicación audiovisual. Además se permiten hasta diez licencias cuando se trate de radiodifusión sonora, radiodifusión televisiva abierta y televisiva por suscripción. Este artículo que Clarín no quiere efectuar es muy importante ya que garantiza los principios de diversidad pluralidad y respeto por lo local.
Por su parte el número 161 tiene que ver con la adecuación de todos los titulares de las licencias de los servicios y registros regulados por esta ley. Es decir, que los grupos de medios que cuenten con más licencias de las permitidas deben ajustarse a las disposiciones establecidas en dicha ley en el plazo de un año.
El plazo venció y todos los multimedios que estaban excedidos presentaron su plan de adecuación en las oficinas del AFSCA, menos Clarín, el grupo rebelde que se cree más importante que una ley y que al estar acostumbrado a que todos se rindan a sus pies y no lo enfrenten, comenzó con una campaña de desprestigio hacia la ley, llamándola “Ley de medios K”, cuando en realidad es una ley que se venía gestando desde el gobierno de Raúl Alfonsín pero que nunca se había podido aprobar por fuertes presiones de los mismos intereses involucrados.
Muchos periodistas de renombre y trayectoria se mostraron a favor de la ley. Uno de los que más alentó la sanción de la N°26.552 fue Jorge Lanata, que a través de su programa “Después de Todo” (emitido en canal 26 entre 2009 y 2010), sostenía que la ley era importante, porque la anterior era de la dictadura y además que los medios, tienen una conducta monopólica cada vez peor que había que parar de alguna manera.
Lanata hace tres años hablaba en contra del grupo monopólico más grande de la Argentina y manifestaba diariamente que desmonopolizar los medios estaba bien porque los grupos como Clarín “son los tipos que manejan tus deseos... tus simpatías políticas y de tu libertad".
Actualmente Lanata trabaja en Clarín y habla pestes de la ley de medios. No se sabe porque cambió de opinión ya que él nunca lo aclaró (quizás, no hay que ser muy inteligente para darse cuenta de que algún “Don Dinero” puede hacer maravillas y mucho más en las personas que aparentan mucha ética, pero que en realidad carecen de dignidad.
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