Luego del primer partido con Bosnia, esperábamos que la segunda presentación de Argentina en la Copa del Mundo Brasil 2014 sea mucho más satisfactoria, con ideas, juego y contundencia como cualquier equipo que aspira a salir campeón pero no fue así. El partido, al igual que contra los europeos, fue pura decepción.
Si bien Argentina ganó gracias a un Messi que se iluminó faltando tres minutos antes de que finalice el encuentro, el planteo fue tirar centros en un área llena de iraníes. No hubo juego asociado, la pelota estuvo más en el aire que en el césped y para colmo las oportunidades de gol que tuvimos no las aprovechamos.
Sin argumentos para ir hacia adelante, sin eficacia para ponerse en ventaja, Argentina tuvo que sufrir, durante el segundo tiempo, las contras de Irán que no pudo marcar gracias a la seguridad que tuvo el arquero Romero.
La defensa cuando la apuraron no realizó un buen trabajo, los volantes no estuvieron finos a la hora de pasar la pelota y los delanteros no tuvieron la movilidad y la inteligencia para generar espacios que se conviertan en ocasiones de gol.
En el complemento, Sabella intentó llevar el juego por las bandas con los ingresos de Palacio y Lavezzi en lugar de Agüero e Higuaín y el equipo estuvo más punzante, generó peligro en el área aunque no pudo romper el cero.
El triunfo parecía lejano, hasta que faltando tan sólo tres minutos para el pitazo del arbitro apareció Messi con su gambeta y su clásica jugada de ir de la banda hacia el centro y logró hacer un golazo de otro partido que sirvió para derrotar a Irán y clasificar a octavos de final. Con el tiro del final.
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