Se denomina acoso callejero a las formas naturalizadas de
acciones o palabras no deseadas que muchas mujeres padecen a diario. Para la
mayoría de los argentinos se puede encuadrar bajo la figura del piropo pero
para los especialistas hace tiempo que hay una delgada línea roja entre el
piropo y el acoso que es importante que la sociedad y sobre todo las mujeres
conozcan esos límites y cómo defenderse.
El piropo está inscripto en una frase o palabra construida
con sagacidad, picardía y hasta cierta inocencia. En cambio el acoso callejero
es un tipo de interacción focalizada con contenido alusivo a la sexualidad,
cuyo ejercicio implica diferentes prácticas como silbidos, comentarios
sexualmente explícitos, miradas fijas, cierre del paso, autoerotismo en
público,exhibicionismo, manoseo, seguimiento, sonidos, ofensas verbales que se
dirigen a las mujeres.
Un estudio del programa de Opinión Pública de la Universidad
Abierta Interamericana (UAI) detectó que el 72.4% de las mujeres encuestadas
desconocidos le gritaron o silbaron en el último tiempo. De ese total, el 59.2%
manifestó haberse sentido "incómoda o intimidada". Si bien el
sentimiento de incomodidad es grande, el 76.2% de las mujeres manifestó no
reaccionar ante el hecho, quizás por temor.
Como contrapartida, al 71.4% de los hombres ninguna mujer le gritó o silbó
nunca. A el 28.6% que sí le sucedió, le gustó el hecho.
La encuesta que realizó la Facultad de Psicología y Relaciones Humanas de la Universidad
Abierta Interamericana se hizo entre
hombres y mujeres de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Conurbano de
Buenos Aires para conocer sus impresiones respecto de este tema.
En el marco de la Semana Internacional contra el acoso
callejero entre el 7 y 15 de abril
impulsada por la ONG Stop Street Harassment , la encuesta de la UAI
determinó que si bien el acoso callejero es muy común, sólo el 6.6% de los
hombres encuestados reconoció llevarlo a cabo. De ese total, el 57.1% cree que
a las mujeres "les gusta" y ellos lo hacen para "halagar".
Ante esta situación, el 56% de las mujeres manifestó que si
ve un grupo grande de hombres, cruza la
calle y el 42.9% siente temor a la hora de caminar sola.
La mayoría de los encuestados (el 55.6%) de los encuestados
y encuestadas conozca el término de "acoso callejero" y el 86.6%
estaría de acuerdo con que se prohíba por ley.
Cristina Fridman, socióloga y profesora titular de la
materia Sexualidad y Salud en la UAI explica ponde: "A veces se trata de
una delgada línea roja. Hay que discernir experiencias negativas y humillantes,
intimidatorias y agresivas de meras aproximaciones de cortejo y
coquetería; dependiendo del machismo
como origen de comentarios contra las mujeres en los espacios públicos.
Responde a una teoría general del poder en el género. Suele ser un componente
invisible de las interacciones cotidianas, de breve duración, que se presenta
disfrazado de piropos, alabanzas. elogios y halagos".
Hay varias formas de acoso sexual callejero (acoso femenino,
acoso homosexual a heterosexuales) con distintas representaciones en la vida de
los /las ciudadanos/as. Algunos centros
académicos proponen el estudio en profundidad para conocer realmente las
experiencias subjetivas, utilizando entrevistas de larga duración con discursos
que comprenden el uso de fotografías, diarios personales, que permita obtener
de las personas los significados que les atribuyen a ciertos sucesos.
El estatus legal
El acosador callejero no están autorizado ni correspondido
en su actuación, genera un entorno social hostil, y tienen consecuencias
negativas para quien las recibe, Muchas veces implica desequilibrio en las
relaciones de poder y ocurre en diferentes medios. Es un problema social y no
de patologías psicológicas individuales.
"Provoca temor, vergüenza, coraje e indignación.
También puede provocar sensación de pérdida de control, disminución de
autoestima, distorsión en la valoración de las experiencias de acoso,
incremento en la inseguridad propia y desconfianza hacia hombres desconocidos
en general. Puede llevar a cambiar formas de vestir, lugares donde transitan,
hasta libertad para salir solas a la calle", puntualiza la socióioga.
¿Cómo puede
protegerse una mujer ante esta interferencia en su tranquilidad e intimidad?
Al respecto Fridman agrega: "Las investigaciones
cualitativas ayudan a conocer las formas de pensar y actuar en contextos
particulares. Hay observatorios virtuales que ayudan a divulgar información ,
compartir experiencias, intercambiar diálogos y debates, proponer agendas de
trabajo en la sociedad civil, generar reportes diarios del status en las
ciudades a fin de mapear la violencia contra la mujer en la vida pública y
privada. Muchos países tienen legislación expresa que lo comprende, y no se
conocen fehacientemente los resultados de su erradicación. Cuanto mayor
empoderamiento de todo sujeto, menor posibilidad de ser transformado en objeto
del otro".
Nota de Infobae.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario